El contrastarnos o evaluarnos libremente nos hace mejorar, es por tanto la ante sala del crecimiento personal y profesional.
¿Por qué nos miramos al espejo antes de salir de casa?...
¿Por qué revisamos nuestro vestuario personal todos los años?....
¿Y nuestro estado de salud?...
¿Por qué nos fiamos de lo que el espejo nos dice?...
¿Para qué sirven las modas en nuestra manera de vestir?...
¿Por qué vamos al médico?...
¿Por qué deberíamos contrastarnos de vez en cuando?....
¿Qué consideramos que nos puede aportar el hacerlo?...
¿Con qué frecuencia deberíamos hacerlo y en qué aspectos de nuestra vida?...
¿Cómo actúa en nosotros el resultado de estos contrastes?...
¿En qué medida nos predispondría a tomar decisiones de mejora?...
¿Qué papel juega nuestra actitud?...
Estas y otras preguntas nos pueden ayudar a reflexionar y pasar a la acción.
Los primeros beneficios son:
El contraste nos ayuda a ver que tenemos que reafirmar o por lo contrario mejorar.
La reorientación nos aporta motivación, nuevos retos y sentido a nuestra vida.
El contraste impide que caigamos en la rutina, complacencia y aburrimiento.
Si nuestra actitud es proactiva y tenemos inquietudes de mejora hay que pasar a la acción.
Revisemos nuestras creencias y valores.
Identifiquemos honestamente nuestras “lógicas carencias”.
Admitamos que todo no lo podemos saber, ni hacer bien.
Seleccionemos nuestro primer aspecto a contrastar.
Busquemos el “espejo” para mirarnos.
La objetividad incide positivamente en el contraste.
La subjetividad nos conduce a la comparación, y no es el caso.
En el próximo comentario identificaremos que es recomendable contrastar y cómo hacerlo.
Gracias por vuestro tiempo y confianza.
Adiós, Adeu, Agur...
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